Principios
Por Justo Anderson
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El Principio Sociológico - Un Gobierno Democrático
Este principio, aceptado universalmente por los bautistas, pero, tantas veces, abiertamente violado por ellos, necesita una renovación entre muchas comunidades bautistas a través del mundo, especialmente entre bautistas de la Convención del Sur de EE.UU, y, según noticias recientes, entre los bautistas argentinos.

Bautistas en todas partes del mundo tienen fama por su defensa de la democracia política. Tomás Jefferson señaló a las pequeñas congregaciones bautistas de su día como ejemplos de la democracía que él quería establecer en el gobierno del flamante EE.UU.de Norteamérica. La democracia en una iglesia bautista significa la ausencia de elitismo y la igualdad de todos los miembros en el gobierno de la iglesia.

Este principio neotestamentario reapareció en la Reforma del siglo 16 y tomó el nombre, “el sacerdocio del creyente.” Los Bautistas lo adoptaron, no porque Martín Lutero lo redescubrió, sino porque lo encontraron en la práctica de las iglesias neotestamentarias. El corolario del sacerdocio del creyente es “la autonomía de la congregación.” Lutero y los bautistas descubrieron estos gemelos eclesiásticos en su protesta contra el eclesiasticismo totalitario y el sacerdotalismo autoritario de la Iglesia Romana. Sin embargo, fueron los Anabautistas del Continente y los bautistas de Inglaterra, no Lutero, quienes llevaron el principio a sus conclusiones lógicas.

Según los bautistas, cada creyente es sacerdote con acceso directo a Dios por Cristo y con la obligación de ejercer sus dones personales en el servicio de la congregación local; en turno, congregaciones compuestas de tales creyentes deben ser autónomas para respetar el sacerdocio de su miembros. Sin embargo, ambos, los miembros y la congregación, están bajo la autoridad del Cristo viviente. En otras palabras, esta libertad bautista de ninguna manera implica una anarquía personal o una independencia congregacional. Al contrario, es una libertad celosamente defendida y cuidadosamente mantenida para poder someterse a una monarquía absoluta, el Señorío de Cristo.

Una amenaza constante a este principio ha sido la tendencia hacia el clericalismo en muchas denominaciones. Los bautistas deben estar en primer lugar entre los anti-clericales. El reinado de obispos, ancianos, y pastores puede destruir el sacerdocio de los creyentes y socavar la autonomía de la congregación local. El ministerio cristiano pertenece a la membresia total; la función principal de los ministros oficiales es equipar a los miembros para el ministerio de la iglesia. Por supuesto, un pastor fiel tendrá una cierta autoridad moral y un respeto profundo de sus feligreses, pero siempre será primus inter pares. El preside sobre la congregación, pero jamás debe ser un soberano que demanda obediencia.

El éxito en la implementación de estas doctrinas gemelas, dependerá grandemente de una membresía bien instruída. Fue Domingo Sarmiento, bien conocido Presidente de la Argentina, quien solía decir: “si el pueblo es soberano, hay que educar al pueblo.” Tenía razón, y si la democracia va a funcionar bien en una iglesia bautista, hay que tener una feligresía bien informada y bíblicamente educada. Depende también de la fiel participación de todos los miembros en las decisiones y proyectos de la iglesia. Una debida atención a la sesión de negocios en las iglesias locales es esencial si los bautistas van a mantener este principio. De una forma u otra, todos los miembros de la iglesia deben tener algo que ver con las decisiones mayores de la iglesia.

El Principio Psicológico - La Libertad Religiosa
La mayor contribución de los bautistas al Protestantismo y a la historia secular ha sido su concepto de la libertad religiosa. Es su psique, su obsesión. Los bautistas, juntamente con sus precursores espirituales, los anabautistas, han estado en la vanguardia de la lucha por la completa libertad religiosa. Han sido llamados los guardianes de la libertad. Jamás estaban satisfechos con la tolerancia religiosa. Demandaban la libertad para pensar, para adorar, para evangelizar; en otras palabras, libertad de conciencia, de adoración, y de propagación de su fe.

Los bautistas se destacan entre los grandes campeones de la libertad religiosa. Juan Smyth y Tomás Helwys en Europa, Rogerio Williams, Juan Leland, Isaac Backus, Juan Clark, y Jaime Ireland en Norteamérica, Pablo Besson y Santiago Canclini en la Argentina. Fueron los autores de los documentos básicos que han provisto los argumentos a favor de la completa libertad religiosa en el Occidente. Estos documentos figuraban significativamente en la composición de la Constitución de EE.UU de Norteamérica, que, en turno, ha tenido un gran impacto sobre constituciones en todo el mundo.

Hasta el día de hoy, los bautistas han sido fieles en su práctica del principio. Han defendido los derechos de otras denominaciones y aún de algunas sectas, tales como los Católicos en Norteamérica y los mormones en America Latina. Especialmente difícil ha sido la defensa de los derechos de algunos ateos! Sin embargo, recientemente, ciertos bautistas han sido influídos por fundamentalistas a negar este principio en su celo de defender la ortodoxia según ellos. Por eso, es necesario hacer énfasis sobre la interpretación correcta de este precioso principio. La libertad es más que la defensa de nuestro derecho a existir, o nuestro derecho de propagar nuestra fe; significa libertad para todos. De otra manera, la mejor defensa de la libertad es ejercer positivamente tal libertad.

Franklin Littell observa, “La libertad religiosa es una realización histórica, no una abstración especulativa; negativamente, se ha revelado en la lucha histórica contra la coerción y la persecución, y positivamente, en la disciplina y la mobilidad que caracterizan a las iglesias libres cuando son fieles a sus principios.”

En otras palabras, la mejor defensa de la libertad religiosa es una ofensiva positiva de su significancia en cada generación. Esta es una nueva frontera que demanda una conquista noble, similar al viejo idealista, Don Quijote, cuando amonestaba a su escudero materialista, Sancho Panza, dijo, “La libertad, Sancho, es uno de los dones más preciosos dados al hombre por Dios; ni los tesoros de la tierra, ni los del mar, pueden compararse con ella. Por la libertad, como por la dignidad, uno puede y debe arriesgar la vida.”

El Principio Político - La Separación de la Iglesia y el Estado
Los bautistas sienten que la mejor manera de defender la libertad religiosa es adherirse a la separación de la Iglesia y el Estado. Este principio es otro trofeo bautista. Como dijo E.Y. Mullins, “No hay evidencia de que los bautistas desarrollaron paso a paso su tésis de la libertad de conciencia y separación de Iglesia y Estado. Jamás han tenido dudas acerca de este tema tan significativo. Parece que fue un discernimiento intelectual y profético, divinamente dado, del evangelio y de las enseñanzas implícitas de las Sagradas Escrituras. Noten la frase ‘enseñanzas implícitas’, porque no hay una órden específica en la Biblia que ordena la separación de Iglesia y Estado. Un discernimiento espiritual es necesario para descubrir esta doctrina.”

Además, debe aclararse que esta doctrina no es solo un descubrimiento norteamericano, sino un fenómeno universal y bíblico. Los bautistas creen, juntamente con Mullins, que es un corolario divinamente derivado del principio de la libertad religiosa que tiene raíces bíblicas. Los límites de este ensayo no permiten un análisis completo de esta base bíblica, pero, debe notarse que las verdades bíblicas tales como el señorío de Cristo, la naturaleza del Reino de Dios, la caída del hombre, el sacerdocio del creyente, la naturaleza espiritual de la iglesia, y la doble ciudadanía del creyente, son bases bíblicas de esta doctrina histórica. En breve, es una práctica política con raíces bíblicas.

Una vez, Walter Rauschenbusch dijo, “La separación Iglesia-Estado tiene la ventaja doble de eliminar la influencia clerical en la política, y la política en la iglesia.”

Por supuesto, jamás puede ser absoluta, porque la Iglesia y el Estado tratan con la misma gente, y ocupan el mismo territorio. Sin embargo, la iglesia puede ser como una embajada de un país en el territorio de otro. La doctrina de la separación es como el derecho de la inmunidad diplomática de la cual una embajada se goza. La separación mantiene una cierta distancia entre los dos que les permite criticarse el uno al otro, y, al mismo tiempo, mantener sus derechos particulares.

Los bautistas creen que Constantino, cuando adoptó al Cristianismo como la religión estatal del Imperio Romano, puso en marcha un proceso de transformación que convirtió al Cristianismo en una Cristiandad — una perversión que sigue causando sufrimiento a los cristianos. Cuando la doctrina de la separación es comprendida correctamente como una derivación de verdades bíblicas, ambos, el Estado y la Iglesia se respetarán mutuamente. El ideal bautista continua siendo ‘una Iglesia libre en un Estado libre.’ Fue Felipe Schaff, el gran historiador alemán, quien dijo después de una visita a las Americas, “La gloria de las Americas es un Cristianismo libre, independiente del gobierno secular, y sostenido por las contribuciones voluntarias de su pueblo libre… este es uno de los hechos más grandes de la historia moderna.”

Hoy en día, este principio está en peligro. Una erosión de su aplicación es evidente en todas partes. Lamentablemente, consciente o inconscientemente, muchos Bautistas están buscando maneras de pasar por alto, o de socavar, el principio que ellos introdujeron en la historia. Es el deseo de este autor que los bautistas argentinos se mantengan fiel a él.

El Principio Evangélico - El Evanglismo Personal y las Misiones Mundiales
Fue el gran bautista inglés, Wheeler Robinson, quien observó, “el latido del corazón de los Bautistas se siente en la reunión misionera”. La jóven denominación bautista de Inglaterra estaba a punto del estacamiento debido a la controversia teológica a fines del siglo 18, cuando surgió el avivamiento wesleyano que, en turno, produjo el movimiento misionero moderno encabezado por un humilde pastor bautista, Guillermo Carey. Fue la influencia de estos movimientos lo que resucitó a la denominación bautista, y puso en marcha su gran crecimiento en el mundo. Una ojeada de la historia bautista revela que el motivo evangelista/misionero ha estado en el centro de la vida y crecimiento de los bautistas.

El principio evangélico quiere decir, sencillamente, que cada creyente debe ser testigo y evangelista en el sentido individual; y, en el sentido colectivo, que todos los creyentes por medio de sus iglesias y denominaciones deben ser involucrados en la misión mundial del Cristianismo. Este principio de dos lados es el centro unificador de nuestra denominación tan diversa. La lealtad a este principio garantizará la unidad y el crecimiento. Hoy en día los bautistas están en la vanguardia de las misiones mundiales. Sin embargo, en tiempos recientes, controversias doctrinales y espirituales han impedido las misones y han traído separaciones que siempre afectan el cumplimineto de la Gran Comisión.

Conclusión
De todo corazón, yo creo que estos siete principios definen la Fe bautista. Aunque muy antiguos, pueden ser nuevos y dinámicos en cada generación. Como los credos de otras denominaciones, este juego de principios representa el peregrinaje espiritual, teológico e intelectual de la comunidad bautista en la historia. En un sentido, significan la articulación intelectual y prática de la fe cristiana “a la bautista”. Proveen las pautas para la evaluación de la praxis bautista en el día de hoy.

Cuando los bautistas dejan de aplicar estos principios en la sociedad pluralista del mundo contemporáneo, tienden a abandonar el pensamiento objetivo y comienzan a seguir sus sentimientos subjetivos. El creyente deja de preguntar, ¿qué es la verdad?, y sustituye, ¿qué siento yo?, y generalmente hay un paso más a la próxima pregunta, ¿Cómo me afecta mi religión? ¿Me gusta? Entonces, el pragmatismo emocional toma el lugar de una confrontación honesta con el mensaje cristiano. Y, como dice Peter Berger, “se abre un lugar para el consumidor religioso, quien comienza a frecuentar el supermercado denominacional buscando la combinación de ‘patadas emocionales y estremecimientos’ para satisfacer sus necesidades emocionales y psicológicas. La cuestión de “la Verdad” pierde todo su significancia.”

Esto puede ser una parte del problema de la merma de bautismos entre denominaciones bautistas, y la salida de muchos jóvenes a otras denominaciones y a sectas populares. Por eso, es necesario “reeditar” estos principios en nuestras iglesias, renovarlos en nuestras denominaciones, y ponerlos por obra en la vida diaria.

La lealtad al evangelio histórico y a la completa libertad en su expresión — fimeza y flexibilidad — han sido las pautas del testimonio bautista al mundo. Y estos principios pueden satisfacer las necesidades de esta edad que quiere estar seguro, pero, al mismo tiempo, libre. Los antiguos principios bautistas son adecuados; sólo necesitan ser “reeditados” en el contexto contemporáneo. Sin caer en el triunfalismo, estoy de acuerdo con E.Y. Mullins, “Dios le ha dado a los bautistas del mundo una tarea grande y sublime en la promulgación de sus principios, sobre los cuales dependen las esperanzas espirituales y políticas del mundo.”