Ahora más que nunca debemos predicar a Cristo. Esta es la oportunidad que tenemos como cristianos de llevar
esperanza donde no la hay. El mundo necesita conocer a Dios.
“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os
engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre,
diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis
de guerras y rumores… porque es necesario que todo
esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará
nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes,
y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto
será principio de dolores… y seréis aborrecidos de todas
las gentes por causa de mi nombre… Más el que persevere
hasta el fin, éste será salvo”
Mat 24:4-13
El hombre es un ser gregario, fue creado para vivir en
comunidad. Los grupos tienen una estructura determinada que
en ocasiones es estable o circunstancial, entre ellos están los
que lideran, los que secundan, los que se arriesgan, los que
arengan, y los que acompañan tratando de hacer méritos para
ascender en la jerarquía del grupo o para permanecer en él.
Lamentablemente vimos en estos días como un grupo de
amigos agredieron a un joven de su misma edad hasta darle
muerte. Tal vez no fue premeditado el ataque, sin embargo,
bastó que alguno de ellos comience con la agresión para que
los otros, se sumen a la misma.
Es el semblante de una sociedad violenta que proyecta
su ansiedad y vacío en una provocación a cualquier forma
de orden establecido. Una sociedad en que las minorías
reclaman sus derechos en desmedro de los derechos de
otros, pero hacen caso omiso a sus obligaciones y exigen un
respeto que no están dispuestos a dar.
El cambio es inevitable, más temprano que tarde la
impiedad y el descontrol hallarán el camino para abrirse
paso y aumentar aún más. La clase política más interesada
en los votos que en dirigir al país, elige arbitrariamente a las
minorías que tendrán privilegios avasallando los derechos de
la mayoría silenciada por la propaganda de la muerte y de la
mentira. Permite y hasta promueve la condena a muerte a los
inocentes en el vientre de sus madres y se niega a escuchar
y obedecer la Constitución Nacional, ignorando la protección
de Dios fuente de toda razón y justicia.
Sabemos que las leyes no son superiores al poder de Dios,
que con o sin ellas no terminarán los asesinatos, los abortos,
las violaciones, la violencia intrafamiliar, los abusos, ni toda
otra clase de iniquidades porque el hombre ha caído en su
naturaleza a causa del pecado, su vida está contaminada desde
que se alejó de la voluntad de Dios y la única salida del pecado
es el amor del Señor que restaura y da una nueva oportunidad.
Jesucristo salva y da el perdón a los pecados y una nueva vida.
La iglesia debe predicar a Cristo, para llevar restauración
a vidas destruidas.
Las nuevas generaciones enfrentarán desafíos cada vez
más difíciles en los que necesitarán estar bien cimentados en
la Palabra de Dios para poder dar razón de su fe a quien la
demande con mansedumbre y reverencia, pero también con
firmeza y convicción. En 1 Pedro 3:15 nos dice: “Honren a Cristo
como Señor, y estén siempre dispuestos a explicarle a la gente
por qué ustedes confían en Cristo y en sus promesas. Pero
háganlo con amabilidad y respeto. Pórtense bien, como buenos
seguidores de Cristo, para que los que hablan mal de la buena
conducta de ustedes sientan vergüenza de lo que dicen”.
Eso nos encomienda el Señor como hijos suyos. ¿Qué
mejor que predicar a un Cristo redentor, que sana y restaura
vidas, reflejándolo en nuestra propia vida? Creo que ese es
el mayor desafío que debemos afrontar como cristianos. Y
la iglesia deber ser un reflejo de esto mismo. No es tarea de
una sola persona o de una organización o de una religión, no.
Esto es tarea de todos los que decimos ser seguidores de
Cristo. Ese es el mandato de parte de Dios para cada uno de
nosotros. Sin rodeos. Claro y conciso.
Debemos estar dispuestos a hacernos cargo y llevar adelante
el mensaje de Salvación a través de nuestro testimonio.
Como Asociación Bautista Argentina estamos firmemente comprometidos en la extensión del Reino de Dios,
ajustados a la doctrina y práctica bíblica. Junto a las iglesias
y hermanos que nos acompañan intercedemos ante nuestro
Señor por nuestra Nación, para que nos guíe hacia ese destino
de bien que quiere para los que le siguen. Para que en el
camino muchos otros se sumen a las oraciones y al Reino y
todos podamos poner en práctica el ruego que Pablo le hace
a Timoteo en su última carta. 2° Ti 4:15.
Dios les bendiga.
Sergio Eduardo Ibáñez